Efectos del ejercicio físico en la función cognitiva tras un ictus

Se trata de un meta-análisis, de estudios controlados randomizados, donde se evalúa el beneficio en la función cognitiva de pacientes que han sufrido un Ictus, cuando llevan a cabo un programa de actividad física, en el contexto de su proceso de rehabilitación. 

El deterioro cognitivo en un paciente con Ictus ronda el 83%, y se asocia a una reducción en la calidad de vida, un incremento en el grado de dependencia, e incluso mayor mortalidad.

Es bien conocida la repercusión en términos de salud y economía que conlleva el deterioro cognitivo asociado al Ictus, pero no se conoce tan bien cuáles pueden ser aquellas intervenciones que mejoren este aspecto, o contribuyan al menos a una estabilización. Además, es bien sabido, que las  opciones farmacológicas son escasas, y con resultados pobres, de ahí que haya que implementar otros tipos de estrategias.

Los programas de actividad física son accesibles, no especialmente costosos, y repercuten positivamente en la cognición de cualquier persona, no sólo aquellos con problemas neurológicos, y con independencia de su edad. Este efecto positivo se justifica en que en modelos animales se ha observado como la realización de ejercicio físico tras un Ictus supone un incremento en la síntesis de factores neurotróficos, factor de crecimiento tipo 1, favorece la sinaptogénesis y protege el tejido perilesional de la inflamación y el estrés oxidativo.

En este sentido, la actividad física y sus posibles efectos sobre le cognición en un paciente que ha tenido un Ictus, han sido ampliamente estudiados por diferentes grupos en diferentes lugares del mundo, por lo que se propone un meta-análisis a partir del cual poder obtener conclusiones/recomendaciones, y abrir nuevos campos donde desarrollar programas que beneficien a los pacientes con Ictus en nuestro entorno.

Los datos se obtienen tras unas búsqueda, en las bases de datos MEDLINE y EMBASE, de estudios realizados en humanos y publicados en inglés o chino hasta Noviembre 2016.

Los criterios de selección de los estudios eran:

 1. Pacientes mayores de 18 años que hubieran sufrido un ictus (isquémico, hemorrágico, en cualquier localización, o incluso varios ictus).

2. Los estudios debían tener un grupo control para comparar el efecto de los programas de actividad física.

3. Duración del programa de entrenamiento de al menos 4 semanas.

4. Evaluación neuropsicológica a los pacientes antes y después de llevar a cabo el programa de actividad física, para evaluar 3 dominios específicos: atención y velocidad de procesamiento mental, función ejecutiva, y memoria de trabajo

El estudio a incluir podía tener:

1. Duración inferior a superior a los 3 meses
2. Un programa de actividad física consistente en:  ejercicios aislados (aeróbicos, estiramientos, tonificación/fisioterapia) o combinados
3. Una evaluación cognitiva a los sujetos (objetiva o subjetiva)

Tras una búsqueda inicial identificando 956 estudios, finalmente sólo 14 de ellos cumplían con los criterios de inclusión, agrupando en los mismos una muestra de 736 pacientes cuyas características eran:

1. La media de edad era 62.5 años
2. Un 59% de los participantes eran varones.
3. En 5 estudios (N=281) se llevaba a cabo un programa de actividad física consistente únicamente en estiramientos/tonificación/fisioterapia, 3 estudios (N=158) aplicaban únicamente ejercicios aeróbicos (ej: bicicleta), y 6 estudios (N=297) hacían una terapia física combinada (ejercicios aeróbicos y estiramientos)
4. La media de tiempo desde el Ictus hasta el inicio del programa de actividad física fue de 1.9 años (rango de 1 semana a 5 años)
5. En todos los estudios  menos en 3 se incluyeron pacientes con Ictus isquémico y hemorrágico
6. Ictus recurrente fue un criterio de exclusión en 4 estudios
7. En 7 estudios no se incluyeron pacientes que previo al Ictus tuvieran historia de demencia o deterioro cognitivo ligero
8. En 8 estudios hubo abandonos, con una tasa que osciló entre el 3% y el 18%

Tras analizar todos los datos, las conclusiones obtenidas fueron:

1. Existe un efecto positivo, significativo y  moderado, en la realización de actividad física sobre la cognición en un paciente que ha sufrido un Ictus
2. El beneficio de la terapia física no es dependiente de la duración de la misma (a mayor duración no mayor beneficio demostrado)
3. La mejoría más significativa se produce cuando el paciente lleva a cabo un programa de actividad física que combine varios ejercicios
4. La magnitud del efecto positivo en la cognición, es más evidente en los estudios donde se aplicaba un método de valoración cognitiva objetivo
5. En los pacientes que comenzaban los programas de entrenamiento en los 3 primeros meses tras el Ictus, la ganancia cognitiva no fue significativa; sin embargo, en aquellos que lo comenzaron en una fase “crónica” (de media unos 2.62 años tras el evento) obtuvieron efecto positivo en grado moderado.
6. Sólo en los dominios de atención y velocidad de procesamiento mental se observaron diferencias estadísticamente significativas, no así en función ejecutiva, ni en memoria de trabajo
7. No se comunicaron efectos secundarios adversos en los pacientes en forma de lesiones o deterioro significativo a nivel funcional. De hecho los pacientes con secuelas motoras, demencia o deterioro cognitivo leve previo incluídos en algunos de los estudios, obtenían mayor beneficio cognitivo que los demás.

Como conclusión final, se puede extraer que la realización de ejercicio físico en pacientes que han sufrido un Ictus, va a favorecer que mejoren sus funciones cognitivas, y los esfuerzos sanitarios en los programas de rehabilitación deben ir enfocados a trabajar este aspecto activamente. 

Referencia:

Oberlin LE et al. Effects of Physical Activity on Poststroke Cognitive Function: A Meta-Analysis of Randomized Controlled Trials. Stroke. 2017 Nov; 48(11):3093-3100. doi: 10.1161/STROKEAHA.117.017319

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